miércoles, 6 de febrero de 2013

La cooperación como medicina para prevenir la intoxicación social


«La vida social está fundada en la cooperación. Eso requiere que cada individuo se comprometa a limitar sus deseos en interés de la comunidad, sometiéndose a un altruismo recíproco, beneficioso para todos. Ser miembro de un grupo nos permite disfrutar de los bienes que se obtienen por cooperación pero en contrapartida nos impone una serie de deberes». Son palabras del filósofo José Antonio Marina, el viernes pasado en El Mundo.

Desgranando esta reflexión, una de las muchas que hace Marina, en el artículo Corruptores y colaboracionistas, vemos la primacía que concede a la cooperación en una vida social sana. Para su consecución es imprescindible: el altruismo y la pertenencia a un grupo. Y con su logro llegarán beneficios pero, también, el cumplimiento de ciertos deberes.

De todo ello, son ejemplo las asociaciones,  las instituciones, las ongs, las coopertivas, los colegios profesionales y por supuesto, la sociedad civil en general, cuyo deber principal podría ser la empatía. Otros deberes, los que vuelve a señalar, esta vez como antídoto de la más que probable intoxicación social, José Antonio Marina, en el artículo mencionado: «reconocer lo que nos pasa, fortalecer nuestro sentido crítico, librarnos de una confusa tolerancia, premiar al que obra bien y castigar al que obra mal». ¿Practicar la deontología?

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy interesante!
Éxitos con el blog!

Saludos!

Fernando.
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