«Alzarse con un buen resultado implica tener que recorrer un largo camino de encuentros y desencuentros».
Lo sostenía ayer Mbuyi Kabunda, director académico del Observatorio sobre la Realidad Social del África Subsahariana. No le faltaban motivos para dar ese toque agridulce a la presentación de un libro que él mismo ha coordinado y a través del que se realiza un análisis sobre la cooperación al desarrollo llevada a cabo en el continente africano.
El libro en cuestión, África y la cooperación con el Sur desde el Sur, parte de una premisa muy clara (a la vez que desoladora): la cooperación en África no funciona.
¿Cuál es el motivo? Según los autores, la falta de financiación en el ámbito social de un lado y, de otro, el desconocimiento de los motivos reales que quieren resolverse a través de la cooperación.
¿Cuál es la solución? Muchas voces se alzan con opiniones muy diversas ante esta pregunta. Ayer en el auditorio de la Fundación Carlos de Amberes, lugar en que se presentó el libro, una posible solución se oía muy por encima de muchas otras: complementar la cooperación tradicional Norte-Sur con una cooperación Sur-Sur. Permitir que los países emergentes de Latinoamérica, Asia y otras regiones geográficas se involucren en el desarrollo del continente africano, construyendo una cooperación triangular, horizontal a través del que complementar tanto debilidades como fuerzas.
Y todos debemos involucrarnos en esta labor, especialmente los profesionales y sus organizaciones representativas, quienes siempre han mostrado una especial sensibilidad en materia de desarrollo y cooperación. Aunar a las profesiones de las distintas áreas geográficas del mundo, unir esfuerzos y conocimientos en pro de la contribución al desarrollo africano es un objetivo que debe ser priorizado en el contexto actual.
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