El Congreso sirvió para reafirmar el papel de la RSC (y su adecuada comunicación) en un mundo donde, como afirmó el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, todo está conectado y donde las organizaciones son «de cristal». «La comunicación debe ser transparente porque las empresas son transparentes», comentaba Jáuregui; y si no lo son es que ocultan algo y eso las convierte en sospechosas. El ministro fue muy claro en este sentido: «No se tiene calibrado si los esfuerzos de la RSC, de la reputación, de la comunicación, tienen resultados; pero lo que sí sabemos es que esos esfuerzos evitan males mayores». Esos males se explican en términos de sanción o de la pérdida de la «licencia para operar», con lo que ello supone para cualquier organización. No obstante, el ministro abogó por no dejarse llevar por esta concepción sino por ir más allá, pero no solo las empresas, sino todo el entramado que las rodea, desde los poderes públicos hasta los consumidores, los medios de comunicación y el resto de organizaciones.
«Es tiempo de verdad», dijo José Manuel Velasco, presidente de Dircom. Hay que apostar por una RSC hard, que esté en los principios y los valores, y en un ejercicio sincero de relación con el entorno. Según Velasco, es necesaria «menos publicity y más comunicación», una comunicación donde se cuenten los compromisos de la organización y su alcance, profundizando en los modelos de negocio. En este sentido, Velasco hizo alusión a la Declaración de Madrid, firmada en el marco de este Congreso y que sienta las bases para una comunicación de la RSC veraz, transparente y alineada con la estrategia de negocio y global de comunicación.
Porque la RSC y la comunicación deben ayudar a reconstruir los valores perdidos en estos tiempos y, en este sentido, como resaltó el presidente de Dircom, «Europa tiene una gran oportunidad porque puede exportar sus conductas». No obstante, Velasco concluyó aludiendo a la época de inseguridad en la que nos hallamos y donde la cohesión interna de la UE va a resultar clave. «Es ahí todas las organizaciones tienen una responsabilidad: construir Europa y defender su sostenibilidad».
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