Según nos informaba ayer El Pais, en España han sido destinados un total de 30 millones de euros en forma de donaciones a ONGs como apoyo a la catástrofe de Haití. Una cantidad sin duda significativa pero que constituirá un granito de arena mínimo para lo que el país antillano necesitará para su reconstrucción.
Está muy bien que los países, y en general, los ciudadanos del mundo, nos volquemos en ayudar a aquellos países que sufren los azotes de la naturaleza pero me gustaría volver a este lugar cuando hayan pasado unos meses y analizar su situación. Por la capacidad que posee el ser humano para reponerse, es muy probable que nos encontremos con el mismo país de antes, ese que el año pasado solicitaba unos cuantos miles de millones para infraestructuras, educación y sanidad. Y eso que todavía no había sufrido el terrible terremoto…
Las organizaciones colegiales de nuestro país forman parte de esa sociedad civil movilizada que está ofreciendo su apoyo a las autoridades a través de donaciones, pero que en su caso también lo hacen con sus activos más importantes: sus profesionales. Unos profesionales que, aglutinados en Geólogos del Mundo o Ingenieros sin Fronteras (por citar solo a algunas de las organizaciones existentes), ayudarán a la reconstrucción como ya lo llevan haciendo desde hace ya unos cuantos años de forma silenciosa pero indudablemente provechosa. En esa línea deberían ir las ayudas al desarrollo, ayudas desde la convicción, implementadas sobre el terreno y con una continuidad pues solo así se conseguirá hacer realidad uno de los conocidos como Objetivos del Milenio, como es la erradicación de la pobreza extrema, que asolaba y asola aún más si cabe en estos momentos al pueblo haitiano.
La imagen que acompaña a este post pertenece al proyecto de construcción de cocinas y secaderos solares llevado a cabo en 2008 en Haiti por Ingenieros sin Fronteras. Foto: Unai Villena.
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