martes, 28 de diciembre de 2010
Trabajando en la construcción de una sociedad civil
Me gusta como contextualiza Javier Otaola su artículo “Navidad y sociedad civil”. Cita a Alexis de Tocqueville, el primer pensador en acuñar el término “sociedad civil” definiéndolo como “el conjunto de organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que actúan como mediadores entre los individuos y el Estado”. También cita a Alaine Touraine y la necesidad de que, para que un Estado sea democrático, deba probar la existencia de una sociedad civil estructurada. Habermas es el tercer pensador en aparecer en esta introducción; de él Otaola rescata los conceptos de libre asociación y de libertad para organizarse en movimientos enfocados a las demandas sociales. Y, aunque el artículo de este abogado y escritor marche por unos derroteros distintos de los que quería subrayar en este post, su marco me sirve para invitar a la reflexión.
Ha llegado a mi buzón un enlace con las diez principales voces del periodismo ciudadano en Twitter. Diez influyentes personalidades partidarias de que la ciudadanía se organice en torno a sus intereses, siendo la estrategia hiperlocal una de sus fórmulas. Para que eso se haga realidad crean redes. De estas redes surgen comunidades, las verdaderas unidades de fuerza de una sociedad civil. En el otro extremo, el del Estado, también tenemos iniciativas ciudadanas pero de otro estilo, como la llevada a cabo recientemente por la Comisión Europea. Y, en medio de este caudal de influencias, se encuentran los colegios profesionales, cuerpos intermedios afectados a distintos niveles por una gran crisis. Tienen las herramientas. Están en el escenario. ¿Qué les falta? Quizás deberían agudizar el oído para saber qué es lo que quieren de ellos y ponderar así qué están dispuestos a dar -en la medida de sus posibilidades (y más allá)-. Tal vez se trate de un problema de ánimo, convenientemente cercenado por las circunstancias.
No obstante, no debemos olvidar que el Estado democrático necesita de actores y que, ante los cambios que se avecinan, los colegios profesionales no harían mal en decidir cuál va a ser su rol antes de que repartan los papeles definitivos. Porque, bien lo sabe el estratega: el que primero enmarca, gana.
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