Si hace unos meses, un joven nos daba una lección narrando su experiencia al frente de la empresa que había creado con tan solo 18 años, el martes pasado era otro joven el que dejaba patente la inexactitud de la frase infinitamente repetida de «los jóvenes pasan de todo». Como ocurre siempre, hay casos de todo tipo, pero por lo que he ido observando en los últimos meses, parece que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y de qué manera.
El pasado martes, 13 de marzo, el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) presentaba una guía de recomendaciones para ayudar a todos aquellos estudiantes que se enfrentan a sus prácticas clínicas. En un ejercicio de responsabilidad que agrada observar en estos tiempos, los estudiantes han decidido autoimponerse unas bases de comportamiento ético que deben desarrollar una vez entran en contacto con sus pacientes. Y, dado que no poseían todos los conocimientos/experiencia para llevar a cabo esta guía —tal y como reconocía su presidente, Íñigo Noriega—, qué mejor que rodearse de profesionales del ámbito colegial (como la Organización Médica Colegial) y de la Universidad (como el profesor de Bioética de la Universidad de Zaragoza, Rogelio Altisent) lo que, según afirmó Noriega, «avala este trabajo».
Esto es tan solo una muestra de que los jóvenes también emprenden, se preparan para ejercer con las máximas garantías y, en cualquier caso, se comprometen y luchan por un futuro próspero, ético y responsable.
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