miércoles, 14 de marzo de 2012

"No has visto nada de Fukushima"



Tal y como marca la agenda, hacemos de una fecha, evento mundial. Los medios de comunicación se entregan a la causa. Y recordamos que los japoneses están hechos de otra pasta, pues han logrado recobrarse pese a la crisis y la radiación. La resiliencia -es decir, la capacidad de los individuos o de los grupos para superar y reaccionar positivamente frente a circunstancias especialmente difíciles y adversas- parece aplicable de forma muy especial al pueblo japonés, dice Antonio Garrigues en la columna de ayer de ABC. Las impresionantes imágenes de The Big Picture, donde con un solo click puede contrastarse el antes y el ahora de la ciudad, así lo atestiguan.

Fukushima significa la isla de la felicidad, los dioses han debido equivocarse, escribe Daniel de Roulet en 'Fukushima mon amour', una carta de un novelista suizo a una amiga japonesa que bebe del clásico de Alain Resnais. En ella expone las dudas y los temores de un occidental frente a algo que no termina de entender y sobre lo que no tiene control: La ciencia que ya no es Gaia, y que nadie quiere celebrar; la arrogante presencia de la tecnociencia fruto de la derrota ecologista; el cambio climático como excusa para invertir en energía nuclear y el miedo, siempre el miedo, como arma.

La respuesta de su querida Kayoko se hace esperar, pero finalmente recibe un correo electrónico donde ella le recuerda que no es para tanto, que todo está bien. Todavía es 18 de marzo (del 2011). Ha pasado una semana desde el tsunami y el accidente nuclear. Un mes después, el 11 de abril del 2011, el gobierno japonés eleva a 7 el nivel de la escala INES, el mismo que tuvo el accidente de Chernóbil y el más alto que existe. La zona de exclusión pasa a ser de un radio de 40 km.


*Imagen: Central Nuclear de Fukushima en 2011 y en 2012 (The Big Picture)

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