Río + 20: Otra crónica más de una lenta impaciencia

Y de pronto la Cumbre de Río + 20 se nos echó encima. Pero no solo su celebración, sino también las críticas feroces ante un documento final en el que por lo visto, faltan compromisos por parte de los mandatarios allí reunidos.

Basta leer algunas crónicas de lo sucedido en la ciudad brasileña durante el período del 20 al 22 de junio, para percatarse de que quienes parece que han vuelto más contentos son algunos miembros de la sociedad civil, con la que se cuenta desde que ya en la Cumbre de la Tierra, organizada en 1992, se percibiera su enorme potencial. Claro que, en este caso, las expectativas rozaban el suelo. Nada que ver con las que mantenían muchos de los jefes de Estado convocados, ni con tan siquiera con las que iba a esta reunión planetaria Ban Ki Moon, secretario general de la ONU. Esperaban algo más ambicioso, un documento del que emanaran compromisos reales y efectivos.

Todos los que nos encontramos, por suerte, cerca de aquellos que tanto han luchado y siguen haciéndolo por la protección del medio ambiente y en pro del desarrollo sostenible para todos, leáse la Fundación Conama, somos conscientes de que lo que se necesita en estas, como en otras muchas materias –que no empiecen o acaben con el prefijo o sufijo euro-, es una lenta impaciencia, tal y como recomendaba el filósofo, teórico y activista Daniel Bensaïd.