No es la primera vez que se oyen voces a favor de la deontología de las profesiones. El cumplimiento de la misma supone el acercamiento a la verdad de la labor profesional y a su vez el distanciamiento de aquellas prácticas un tanto confusas. Aquellas que en el caso del periodismo utilizan la información para hacer espectáculo, la investigación para aumentar audiencias y los datos para remover el morbo. Y si no, enciendan el televisor… pasen... y vean.
jueves, 26 de febrero de 2009
Pasen y vean
«Una relación con uno mismo, con el tiempo de la propia vida y con todos los demás». Así definía la periodista aragonesa María José Cabrera su profesión en el acto al que acudió para recoger de manos del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, la medalla de oro al mérito en el trabajo. Llama la atención como Cabrera defendió durante su discurso de agradecimiento, los «valores» del periodismo y la necesidad de exigir por parte de periodistas y ciudadanos en general el «cumplimiento de un código deontológico».
No es la primera vez que se oyen voces a favor de la deontología de las profesiones. El cumplimiento de la misma supone el acercamiento a la verdad de la labor profesional y a su vez el distanciamiento de aquellas prácticas un tanto confusas. Aquellas que en el caso del periodismo utilizan la información para hacer espectáculo, la investigación para aumentar audiencias y los datos para remover el morbo. Y si no, enciendan el televisor… pasen... y vean.
No es la primera vez que se oyen voces a favor de la deontología de las profesiones. El cumplimiento de la misma supone el acercamiento a la verdad de la labor profesional y a su vez el distanciamiento de aquellas prácticas un tanto confusas. Aquellas que en el caso del periodismo utilizan la información para hacer espectáculo, la investigación para aumentar audiencias y los datos para remover el morbo. Y si no, enciendan el televisor… pasen... y vean.
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