Las elecciones al Parlamento Europeo nos han tenido tan entretenidos que ni siquiera nos hemos dado cuenta de que había sido aprobada una normativa de alto interés para Europa. Estoy hablando de la conocida como tarjeta azul, la nueva directiva aprobada por el Consejo de la Unión Europea que proporciona a los trabajadores altamente cualificados procedentes de cualquier país los mismos derechos que los europeos.
Tras su correspondiente tramitación, el pasado 25 de mayo veía la luz finalmente esta medida que, sin duda, supone todo un aliciente para aquellos profesionales extranjeros que tengan sus vistas puestas en nuestro continente. De esta forma, Europa pretende equipararse a Estados Unidos, Canadá o Australia en lo que a atracción de inmigración cualificada se refiere. Y es que a partir de ahora, la cosa cambia y mucho, ya que todo aquel inmigrante que posea estudios universitarios de al menos tres años, o una experiencia profesional demostrable en un trabajo equivalente durante un mínimo de 5 años, recibirá un salario bruto anual del 150% del salario medio de cada país, así como gozará de los mismos privilegios, laboralmente hablando, que sus compis europeos.
Todo un avance en lo que a movilidad se refiere pero, como en todo, habría que ver cómo queda finalmente lo relativo a la homologación de títulos y el hecho de que esta medida no suponga una auténtica fuga de cerebros desde los países menos desarrollados hacia Europa dejando a éstos sin su propia mano de obra. Porque entonces ya lo que les faltaba…
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