Existe un dilema bastante extendido acerca de la conveniencia de castigar o premiar las conductas de las empresas para forzar a que estas sigan el buen camino en el desempeño de sus actividades. ¿Qué es mejor el premio o el castigo? Es cierto que con el castigo se consigue frecuentemente un cambio de conducta pero creo que el premio constituye un instrumento más válido a la hora de mover realmente a las organizaciones a poner en marcha acciones e iniciativas a largo plazo, bajo la concepción de que ello repercutirá en su negocio, ya sea en formato tangible como intangible.
No obstante, cuando el verdadero poder de castigar o premiar reside en el consumidor, la cosa cambia. Ahí no hay dilemas. Aunque en nuestro país todavía los consumidores no suelen ejercer este poder, sí lo hacen en otros lugares, como Estados Unidos, donde se acaba de lanzar un movimiento de consumidores comprometidos social y medioambientalmente que se organizan (sirviéndose para ello de las redes sociales y blogs) para lograr cambios concretos y reales en empresas y establecimientos. Una iniciativa más que interesante que, según cuentan, se está extendiendo ya por Europa...
Precisamente premiar es lo que pretende la Fundación Corresponsables que, por vez primera, ha convocado sus premios a las mejores iniciativas de responsabilidad social y sostenibilidad. Lo mejor de todo: que pueden presentarse todo tipo de organizaciones. Así que ¿a qué esperas? Tienes hasta el 15 de septiembre. ¡Mucha suerte!
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