Hoy por hoy es innegable el papel protagonista de la informática, especialmente debido al desarrollo vertiginoso de Internet, en todos y cada uno de los diferentes ámbitos sociales. Desde los grandes sistemas de gestión empresarial, pasando por el ocio, el comercio electrónico o la comunicación interpersonal el factor tecnológico ha dado lugar a nuevos hábitos y modelos transformadores. ¿Se imaginan ustedes una oficina sin ordenadores? ¿O planificando sus vacaciones sin consultar Internet? ¿Y si hablamos de redes sociales? ¿Podríamos ya vivir sin el móvil? Todas o casi todas las áreas sociales han cambiado. ¿Todas? Hablemos de la educación y la influencia tecnológica en España.
En infinidad de ocasiones he oído la frase “tenemos aulas del siglo XXI y profesores del siglo XX”, y yo añadiría: “y alumnos del siglo XXI”. El debate tecnológico en el campo educativo no debería estar solo centrado en las aulas, esto es, en su equipamiento sino especialmente en el propio paradigma educativo. Si queremos exprimir al máximo el poder de la tecnología es preciso previamente definir y asimilar un marco pedagógico que permita a profesores y alumnos un aprendizaje óptimo en un nuevo entorno dinámico.
¿Pueden los libros electrónicos sustituir a los tradicionales en papel? Posiblemente usted esté mascullando un “no rotundo”. Qué recuerdos aquellos viajes a la copistería de la facultad y ese intercambio de apuntes. Pero asumámoslo, nuestro tiempo en la escuela ya pasó; los alumnos de hoy en día entienden la comunicación de una manera diferente: viven pegados a una pantalla ¿Quiero decir con esto que la figura del profesor debe desaparecer tal y como la conocemos? En absoluto. Me horrorizan las clases -y charlas- en la que la audiencia está más pendiente de tuitear en directo aquello que está sucediendo en vez de prestar verdadera atención. La comunicación interpersonal es insustituible, pero... ¿quién no ha imaginado alguna vez que de su libro emergen dinosaurios de épocas pretéritas, planos y rectas que se cortaban en el espacio, las maravillas del Museo Prado o las lunas de Saturno? ¿Se imagina usted un debate sobre el Románico español con alumnos de diferentes escuelas? ¿Y una clase de inglés con un profesor de Oxford a través de videoconferencia?
Todo eso es posible hoy en día, y la tecnología ha venido para quedarse. En los próximos años tiene que convertirse en palanca del cambio educativo. Pero, para ello, al menos en este país, es preciso alejar fantasmas e intereses económicos. La tecnología no solo nos permite disfrutar de nuevas herramientas de comunicación y contenidos enriquecidos. La tecnología favorece la reutilización de recursos, optimiza el gasto una vez superada la inversión inicial; y, socialmente, permite una mayor igualdad de oportunidades e inclusión.
Es preciso el cambio en el paradigma y, para ello, se precisa del buen hacer de la Administración, comunidad educativa, padres y alumnos. Caeremos en un grave error si dejamos pasar esta oportunidad.
Juan José Núñez Díaz
Vicesecretario de Consejo General de la Ingeniería Técnica Informática (CONCITI)
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