«Durante los últimos años, la cultura de la búsqueda de resultados inmediatos y el individualismo posesivo han impuesto la figura del profesional como proyecto autocomercializado y sujeto a la denominada teoría del sueño americano: presión psicológica por lograr el éxito económico personal e inmediato, sistemas de retribución generadores de incentivos perversos (…) y un entorno que todo lo justifica con tal de alcanzar ese éxito personal, aunque sea de modo por completo disociado del interés colectivo». Según ponía de manifiesto el grupo de Alternativa Responsable en su tribuna de Cinco Días del pasado 7 de abril titulada ‘La universidad responsable y el proceso de Bolonia’, es precisamente en esta situación en la que nos hallamos donde la universidad posee una de sus misiones fundamentales: ofrecer una formación que garantice una práctica profesional preocupada por el beneficio del ser humano y no en su perjuicio.
Tal y como nos han hecho saber, el tan criticado Proceso de Bolonia fomenta una relación más estrecha entre la universidad y la empresa; no obstante, desde Alternativa Responsable manifiestan la necesidad de ir más allá en las relaciones que se establecen desde el ámbito universitario estableciéndose enlaces con todo tipo de organizaciones e instituciones sociales, sean privadas o públicas, lucrativas o no. Está claro que estos lazos de unión y compromiso con los diferentes grupos de interés facilitarían mucho las cosas a la hora de buscar la tan ansiada eficiencia económica y social.
Todo esto coincide con la idea manifestada por Carlos Carnicer, presidente de UP, que considera que «nuestra universidad, integrada en la doctrina Bolonia, debe mejorar posiciones en comparación con otros países y emprender un camino integrador con títulos más competitivos y más conectados con la realidad social. Humanismo y profesionalismo ya se han dado la mano y se han reconocido como pilares en la construcción del yo-persona y el yo-profesional».
Quizá sería el momento más apropiado para trasladar este debate al nuevo equipo ministerial que, como anunciaba el diario Público, ya no tendrá a Rubiralta a la cabeza de la Secretaría de Estado de Universidades, sino al recientemente nombrado ministro de Educación, Ángel Gabilondo, que como rector de la Autónoma de Madrid que fue, todas estas cuestiones le tocan muy de cerca…
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