El ciudadano ocupa un espacio central en toda la reforma, desde el fomento de la calidad de los servicios (Ley Paraguas) pasando por la información que habrá de ofrecer la ventanilla única o la memoria anual hasta el propio servicio de atención a consumidores y usuarios que tendrán que poner en marcha los colegios (Ley Ómnibus). Todo conduce a un colegio profesional abierto al ciudadano y diligente en su respuesta.
Cuando un colegio profesional responde a su función social (identificación del prestador del servicio, excelencia profesional y control deontológico) el beneficiario natural de ello es el usuario de los servicios (¿qué otro?) y, por supuesto, el conjunto de la profesión. Pero lo que la Directiva de Servicios trae es un centro de decisión explícitamente dirigido hacia la defensa del consumidor y usuario. Con ello, no varía el sustrato de la actuación colegial, pero sí la forma, abriendo además nuevas posibilidades que marcarán y reforzarán la función social encomendada.
Así, ‘cercanía’ resume la idea de fondo de un modo de entender el colegio profesional como sujeto integrado en su comunidad, respirando calle. Se impone la necesidad de preguntarles a los ciudadanos qué quieren de nosotros, qué temen, en qué les podemos ser útiles. Se impone la necesidad de aprender a contarles qué hacemos y para qué. Es en la calle en donde vamos a encontrar la respuesta a muchos interrogantes de nuestros planes estratégicos.
Muchos ya trabajáis así, a través de jornadas de puertas abiertas, de presencia en las escuelas, de participación activa en la vida social (en días mundiales o años internacionales) y en los asuntos de interés sectorial o general (actualidad) en donde sois expertos. En esos casos, como dice un colega, el colegio consigue tener cara y ojos.
Así, ‘cercanía’ resume la idea de fondo de un modo de entender el colegio profesional como sujeto integrado en su comunidad, respirando calle. Se impone la necesidad de preguntarles a los ciudadanos qué quieren de nosotros, qué temen, en qué les podemos ser útiles. Se impone la necesidad de aprender a contarles qué hacemos y para qué. Es en la calle en donde vamos a encontrar la respuesta a muchos interrogantes de nuestros planes estratégicos.
Muchos ya trabajáis así, a través de jornadas de puertas abiertas, de presencia en las escuelas, de participación activa en la vida social (en días mundiales o años internacionales) y en los asuntos de interés sectorial o general (actualidad) en donde sois expertos. En esos casos, como dice un colega, el colegio consigue tener cara y ojos.
3 comentarios:
Me parece muy bien eso de la cercanía pero creo que va a ser difícil cambiar la forma de actuar en los colegios profesionales que, de por sí, son cerrados. Quizá las leyes que comentas van a servir para modernizarlos pero tengo mis reticencias, la verdad...
Sin embargo, los colegios están muy lejos de permitir la ósmosis con la sociedad. La mayoría no han descubierto que en la calle se está hablando de ellos, escuchen o no y viven para sus pequeñas politiquitas. De hecho, a muchos de sus directivos, de verdad, les da pánico permeabilizar los colegios a la sociedad. Lo malo es que, en muchos casos, a la propia sociedad tampoco le importa demasiado y ni siquiera habla de ellos.
La libertad de colegiación obligará a muchos colegios a orientarse hacia su público o desaparecer. Los que sobrevivan se habrán profesionalizado y aprendido a generar valor por el camino.
Queda mucho por hacer, pero también hay mucho hecho a través de colegios que se atrevieron a ir más allá de su 'zona cómoda'. Creo que su ejemplo debe animarnos a continuar. Al menos que no nos frene la resistencia al cambio o el miedo y si logramos ir más allá del intento,..., mejor que mejor. :)
Gracias!
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