Me gusta el fútbol. Y hoy, si cabe, me gusta aún más. Pero no me gusta todo el fútbol. Me gusta el fútbol de ayer. Ese fútbol de equipo, carente de líderes individuales, comprometidos con el objetivo y más aún con las personas que lo representan. Donde priman los profesionales tenaces, incansables, pragmáticos, seguros de su trabajo y colaboradores unos con otros. Para mí, esta es una demostración más de la culminación de una era y el principio de otra, así de épico, a imagen y semejanza de la hazaña mundialista. Es el final de la gestión competitiva, de la rivalidad entre compañeros, en perjuicio, en la mayoría de los casos, de la propia institución.
Es, sin embargo, el inicio de la gestión cooperadora, justa vencedora en la auténtica era de la colaboración, una era en la que reina el trabajo en equipo y el liderazgo conjunto. No está más capacitado para ser líder Villa por tener más goles en su haber que el resto, ni Pujol por concedernos la entrada en semifinales, ni siquiera Iniesta por permitir saborearnos ganadores del Mundial. Pero sí lo es el equipo al completo, y lo son porque representan una nueva generación, que respeta las lágrimas del pasado (Casillas) pero que ha sabido adaptarse a la perfección al presente (Piqué, Fábregas o Iniesta) y que por esto está en disposición de afrontar el futuro, en el que cambiarán objetivos pero no aquellas personas que los representan. Las mismas que ayer poblaron las calles de alegría por el reto conseguido. Juntos, como si de un equipo gigante se tratara, mandamos un mensaje alto y claro: ¡así es como se hace!
2 comentarios:
Una visión muy interesante. Totalmente de acuerdo!!
Las metáforas hacen la vida más fácil. Ole!
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