La celebración del Día Internacional de la Mujer el próximo 8 de marzo vuelve a poner de relieve las situaciones de desigualdad y peligro en la que viven millones de mujeres en todo el mundo. Según ACNUR, casi la mitad de las personas que sufren desarraigo familiar son mujeres adultas y niñas. Este colectivo no cuenta con un amparo efectivo de sus respectivos gobiernos, ni de la sociedad en general, lo que provoca que, con frecuencia, se encuentren en una situación de especial vulnerabilidad.
Amnistía Internacional publicó el pasado mes de febrero el informe titulado “Quiero un lugar seguro”: Mujeres refugiadas de Siria desarraigadas y desprotegidas en Líbano. En este documento se ponía de manifiesto la situación real en la que se encuentran las refugiadas sirias, expuestas a constantes abusos y en riesgo constante de explotación.
Esta situación ha llevado al Parlamento Europeo a contextualizar el Día Internacional de la Mujer en las refugiadas (mujeres y niñas) que están llegando a Europa. Este colectivo está sufriendo las condiciones más duras de la inmigración, son las "cabeza de familia" y por ello, se ven obligadas a soportar por parte de sus empleadores y/o autoridades insinuaciones inadecuadas y abusos a cambio de ayuda económica o de cualquier otra clase. Estos abusos se acentúan cuando son madres solteras o no comparten techo con un hombre adulto lo que evidencia la desigualdad y discriminación que tienen que sufrir las mujeres independientes.
Para acabar con este tipo de situaciones es imprescindible que los países con más recursos se involucren y aumente la ayuda internacional con el compromiso de cubrir las necesidades de financiación de las refugiadas y sus familias. Con esta intención, el próximo 8 de marzo el Pleno de la Eurocámara votará el informe de la eurodiputada laborista británica, Mary Honeyball, sobre la situación de las mujeres refugiadas y solicitantes de asilo en la UE. «Las mujeres sufren constantemente la violación de sus derechos humanos durante su periplo hasta Europa; por este motivo hay que, junto a los niños, protegerlas especialmente porque sus necesidades son diferentes a las de los hombres», afirma Honeyball.
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