"Las partes subrayan que el cambio climático es uno de los mayores retos de nuestro tiempo y se comprometen a una respuesta fuerte mediante acciones nacionales inmediatas y coopración internacional reforzada para limitar el aumento global de la temperatura a un máximo de dos grados sobre los niveles preindustriales". Este es el arranque del borrador del Acuerdo que sutituirá al Protocolo de Kyoto y que ya ha comenzado a tomar forma en la Cumbre del Clima de Copenhague. Desde el pasado lunes hasta el próximo día 18 de diciembre los líderes de Estado debatirán los números y porcentajes de los que tendrán que hacerse responsables para garantizar un crecimiento sostenible de la economía centrado en la reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero. El tope es 2020 y no parece que vaya a regatearse esta fecha, al menos, no en los países desarrollados.
Si es importante destacar uno de los principales cambios respecto al Protocolo de Kioto y tiene que ver con uno de los frentes abiertos contra el cambio climático: la deforestación de los bosques tropicales, causa un 20% de las emisiones mundiales de CO2. Es por esto que las partes implicadas "subrayan la importancia de tener recursos e incentivos a los países en desarrollo para que lleven medidas que resulten en una reducción de emisiones medible y verificable". Los países con bosques tropicales, por su parte, han exigido ayudas para mantener los pulmones del planeta.
Tercer día y todo parece funcionar, aunque las ONG han tildado este primer borrador de falto de ambición. A lo largo de la semana irán llegando los Jefes de Estado de las distintas potencias implicadas. Los ojos estarán puestos en China y Estados Unidos. De esta última se esperan reacciones a raiz del Climagate, aunque ya ha dado señales de por dónde irán sus propuestas.
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