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Crisis y periodismo, de la mano y haciéndose aguadillas. La una a la otra. "Los periodistas tenemos doble crisis: económica y de internet", dice
Jon Lee Anderson. No salimos de esta
tormenta perfecta. "Algunas naves se hundirán, otras se romperán en mil pedazos, unos tripulantes podrán agarrar tablas y llegar a las costas, otros no". Del
cinismo a la
utopía. Pero, como decía
Jeremy Rifkin hace unos días,
"no hay empatía en la utopía"; el mundo real requiere aceptar lo imperfecto, porque una sociedad empática siempre será imperfecta. La revolución vendrá de la mano de la comunicación, a brazadas. Y del
compromiso. El mismo que contagian
Periodismo Humano y
Cuarto Poder, dos recientes iniciativas virtuales alimentadas por periodistas que baten las piernas con
fuerza, arrojo y conciencia. Como
la difunta adn.es, a la que recuerda poderosamente -en su forma de entender las posibilidades de la Red, en su apuesta por la calidad-
La Información.com. El juego cambia, pero las conciencias siguen latiendo. Tic, tac. Tic, tac. Se impone el periodismo de calidad de
Frontera D, la búsqueda de lo excepcional en
Koult o el periodismo hiperlocal de
Somos Malasaña. Las grandes
se deciden por cobrar, otros aseguran su independencia (y su existencia) como pueden
para hacernos llegar secretos. El
periodismo no solo resiste, también se la juega. Veremos si pierde o, contra pronóstico, termina emergiendo. Ganas todavía quedan...
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