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En una misma semana los medios se han hecho eco de dos porcentajes que tienen que ver con la salud. Y los dos han brotado de las profesiones. De estudios elaborados por sus Consejos Generales.
Los médicos nos alertaban sobre las agresiones en la Atención Primaria y
los dentistas nos daban la buena noticia de que la mayoría de la población española percibía al mismo nivel la salud oral y la general. Previamente, la semana anterior,
los enfermeros se unían al Sindicato independiente y de funcionarios en pro de la sostenibilidad del Sistema Nacional de la Salud. Una alianza, como la de
los farmacéuticos con los elaboradores y distribuidores de medicamentos, también por la sostenibilidad y cohesión en la prestación farmacéutica autonómica. Y en medio de todo este mix infosanitario,
Badiola, presidente de los veterinarios, opinando sobre las dioxinas de los alimentos y Alemania.
Quizá, las prisas de los días y los
estreses de los meses nos impiden percatamos del aquello que las profesiones devuelven a la sociedad en formato beneficio. Porque, ¿cuanta de esta información sirve para que los de arriba activen medidas, se conciencien de situaciones o cambien de dirección?. Todo, en beneficio del ciudadano, de la sociedad. Un
trayecto quasi perfecto, a no ser, por aquellas
chinas (muchas veces,
piedras) del camino, que obligan a tropezar,
desequilibrarse, eso si, solo unos instantes, los justos para recuperar la
confianza en nuestras rodillas… por algo son…
profesionales.
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