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Dice la
Wikipedia que un
observatorio es, en física,
una construcción o lugar donde se observan fenómenos celestes o terrestres. De esta definición, me interesan dos palabras:
observan y
fenómenos. Ambas podrían aplicarse a cualquier tipo de
observatorio sin necesidad de que este fuera
físico (literal y metafóricamente hablando). ¿Y si añadimos otra? Por ejemplo,
profesional. Con ello, quiero referirme a la cada vez más habitual actividad de los
Consejos y
Colegios Nacionales de constituir observatorios en beneficio de la propia
profesión, pues desde este
lugar podrán vigilar cualquier
fenómeno, medir su efectividad, analizar y debatir situaciones en las que se desarrolla, y en definitiva, reflexionar y profundizar siempre a favor de la seguridad y protección en el servicio al ciudadano.
Ejemplos en nuestras
profesiones tenemos varios: en
Trabajadores Sociales, en
Notarios, o del último que hemos tenido noticia, en
Médicos. Con objetivos a veces
particulares (solo para la prescripción, en el caso de los doctores) o más
generales (análisis de la situación del
Sistema Público de Servicios Sociales, en el de los trabajadores sociales), todos los observatorios creados por los Consejos y Colegios Nacionales persiguen un interés común: preservar al ciudadano de la posibilidad de ser víctima de...
fenómenos extraños.
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