Imaginarios personales. ¿No tienen curiosidad? Yo sí, y es por eso que he preguntado a mis compañeros de gabinete qué libros recomendarían en este Día del Libro. Algunos se han atrevido con confesiones literarias -algún que otro placer culpable- y libros de cabecera, esos que te marcan el gusto, repletos de palabras que te hieren, te besan... te dejan huella. Una marca a fuego y una recomendación, ese es el juego. Elena ha enviado una lista bella de cicatrices literarias. Le he pedido que escogiera dos y ella se ha decidido por El túnel, de Ernesto Sábato, y por un japonés especialista en paisajes emocionales, Haruki Murakami, y su Tokio Blues. "Destacaría esta novela por la vulnerabilidad que transmite al lector, por la magia con la que hace ir descubriendo el trasfondo de cada personaje y por la manera tan sutil y a la vez tan desgarradora de tratar la fragilidad de la vida", escribe Elena en un mail. A Luis también le gustan los japoneses. Mishima sale en la conversación, aunque prefiere decantarse para este post por dos estadounidenses que levantaron (y levantan) la costra de la realidad: Henry Miller y su Trópico de Capricornio, y Cormac McCarthy con su obra Hijo de dios, "lo mejor que leí el pasado año".
Una rápida llamada a Carmen para preguntarle por ese libro que siempre nombra como pilar literario y del que no logro acordarme: San Manuel Bueno, mártir, de Don Miguel de Unamuno, responde. De lo último que ha leído aconseja dos best sellers de calidad -de los que se contagian con el boca a boca y dejan buen sabor-, Firmin, de Sam Savage, y La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. Y sigo preguntando. Raquel me sorprende con un novelón de emociones firmado por Henning Mankell, Zapatos italianos. Y, claro, no podía faltar su adorada Rosa Montero. Para la ocasión se ha decidido por Instrucciones para salvar el mundo. Carol, por su parte, resucita uno de los libros juveniles que más ha marcado a pequeños y mayores, El Principito, de Saint Exupery. Para su recomendación de actualidad escoge Mis soles espléndidos, "una obra en la que, a través de la historia de los protagonsitas, el autor, Khaled Hosseini, te acerca la realidad de Afganistán en las últimas cuatro décadas".
Esther se acuerda de Miguel Delibes. Su Cinco horas con Mario debe estar en su mesita de noche, sosteniendo algunos sueños. Su cara más práctica nos acerca Héroes cotidianos, de Pilar Jericó, por aquello de enfocar la motivación. Y confiar, en el ser humano, en el futuro. No debe ser casualidad que Gonzalo cuente con Aldous Huxley entre sus preferidos. Un clásico, El mundo feliz, para dejar el foco en el presente contínuo. Y de este presente que supura, donde el futuro parece que poco puede sorprendernos ya, os dejo un trocito de Todo lleva carne, de Peio H. Riaño, mi sugerencia para este San Jorge sin dragón.
Me gustaría comprar algo de tiempo. Alguien tendrá que inventar la fórmula. Alguien que piense en que si uno necesita tiempo va y lo compra. Como cualquier otro objeto. Si tenemos necesidad de tiempo y podemos pagarlo, por qué alguien no pone arreglo a esto. Alguien que diga: "Toma, tu tiempo". Tú lo abres, lo consumes y ya tienes cinco minutos más para acabar lo que estabas haciendo, para llegar a tu hora, para tomarte otra última.
3 comentarios:
Me encanta la selección y me encanta el post!! Feliz San Jordi!! Un beso!
Muchas gracias, Elisa, por este post lleno de grandes obras. Coincido en recomendar algunas de ellas aunque otras ni había oído hablar de ellas. Cojo referencia.
Esa mano maléfica apunta a literatua de la buena ;)
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