viernes, 21 de noviembre de 2008

Think Tanks, cara B

Naomi Klein en su segundo libro, La doctrina del Shock, iluminó a más de uno al revelar los mecanismos de los think tanks conservadores en la expansión de la política neoliberal por todo el orbe desde la década de los setenta. George Lakoff lo subrayaba en su manual No pienses en un elefante. En él este lingüista explicaba cómo y por qué los conservadores habían llevado una ventaja de casi cuatro décadas en comunicación frente a los progresistas estadounidenses. Estas casas de las ideas han sido, hasta hace poco, coto privado del pensamiento conservador; no obstante, parece que el otro ala ideológica ha calado la importancia de la producción de pensamiento, de ahí mi reciente mención a las trampas en las que cualquier progresista suele caer, señaladas por Lakoff.

La Guía (pdf), a la que hace mención mi compañera Carolina en el post anterior, tiene el descaro de cifrar el primer think tank español en 1926 - la Fundación Pablo Iglesias -. Incluye en el listado a instituciones que se han subido al carro semántico de los think tanks, pero cuya tradición marca sus pasos por otros derroteros. He de admitirlo, estoy preocupada. Como anglófila confesa puedo mostrar cierta satisfacción con estos modelos imitativos; pero es precisamente esa sensación de copia sin esencia lo que me quita el sueño.

Los think tanks son herramientas poderosas. En Puntos de Reflexión, Lakoff sentencia Si muchas personas empiezan a expresar honesta, efectiva y frecuentemente la visión progresista, los medios de comunicación serán mucho más propensos a adoptar nuestros marcos. De las tres - honesta, efectiva y frecuentemente - me preocupa la falta probada de la primera, de ahí mi desconfianza. No os preocupéis, me lo haré mirar.

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