Las universidades españolas no ganan concursos de belleza. Prefieren esconderse y hacerse las interesantes. Evitan que las señalen, que las juzguen, que les pidan explicaciones. No son tan presumidas como las otras - las encumbradas, las más caras, aquellas por las que merece la pena endeudarse -. Algunos se han molestado en preguntar por los requisitos que miden estos rankings internacionales; otros han preferido hacerse el suyo propio, eso sí, poniendo la lupa en lo local.
El Instituto de Análisis Industrial y Financiero (IAF) de la Universidad Complutense de Madrid se ha apuntado al carro analítico y ha elaborado un listado que evalúa docencia e investigación en las 69 universidades presenciales de España. La principal conclusión extraída de este estudio es que la universidad pública apuesta más por la investigación mientras que la privada proyecta más sus esfuerzos en la docencia; aunque lo que más ha calado es la iniciativa del propio análisis que, desde el entorno universitario y desde el punto de vista de los autores del estudio, esperan ayude a que las universidades sean más autocríticas y transparentes.
En el artículo de El País donde se hace referencia a este estudio - La calidad de las universidades en España - Carmen Pérez, profesora titular de Economía Aplicada de la UAM, ofrece un matiz sobre universidades públicas y privadas esclarecedor: Ambas «ofrecen productos diferentes, un profesor de la privada dedica más horas a las clases que uno de la pública, y menos a la investigación», pero no hay que olvidar que «las universidades también sirven para transferir conocimiento y eso debería tenerse en cuenta, aunque es difícil de evaluar».
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