«(….) los reformadores deben evitar la tentación de querer solucionar las ineficiencias propias copiando de forma mimética las mejores prácticas de otros países. Acostumbra a ser un fracaso. La economía del desarrollo nos dice que lo mejor (las best practices) es enemigo de lo bueno (second best institutions). Y que lo bueno surge de la idiosincrasia y de las capacidades existentes a nivel local».
Este párrafo sale de una tribuna que ha calado hoy en la oficina. Sorprendidos aún por el ritmo entre allegro y molto vivace que le ha impuesto el Gobierno a la reforma de los colegios y servicios profesionales, leíamos esta mañana a Antón Costas en El País, anhelando que alguien más lo haga, a poder ser decisor, y que reflexione.
Costas, vinculado a la situación económica actual, hace referencia a la necesidad de hacer «reformas políticamente posibles» e invita a que se «induzca el cambio desde dentro de cada institución» porque «las grandes reformas no funcionan ni en los países de bajo nivel de desarrollo ni en las democracias avanzadas», como la española. Un poco de cordura y temple; bien para variar.
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